La cercanía determina la respuesta

A veces preferimos echarnos a perder antes que ser transformados.

W. H. AUDEN

La cercanía te da una respuesta diferente.


Un muy buen amigo recién acababa de abrir una cafetería en una zona universitaria. Un lunes llegué sin avisarle previamente. Entré en la cafetería y él se volvía loco. Faltaban algunas cosas y creo que aparecí en el momento correcto.

Cuándo el me vio el trato fue muy distinto, obviamente. Salió a recibirme y después de platicarme lo que estaba pasando me dejó a cargo del local por unos momentos. Sabía que podía confiar en mi así que entré hasta la cocina.

Jesús dijo ser una puerta. Tienes que pasar por una puerta para llegar a algún lugar. Tenemos que pasar/conocer a Jesús para llegar a Dios. La premisa de las religiones es que Dios está enojado contigo y conmigo. Y no hay forma de solucionarlo más que con sacrificios. De hecho ese era el pensamiento de las religiones antiguas. En el cristianismo es Dios quién se da Él mismo para volver a unir a Dios con el hombre. Si, parece una locura. En otras religiones es necesario llenar una serie de requisitos y entonces sí, acceder al lugar donde está ese dios.

Dios se acerca a nosotros. Él siempre está rompiendo los paradigmas del mundo. Y cuándo hemos aceptado y creído en lo que dice, entonces nos volvemos sus hijos. Mi papá era doctor, y a veces salía de la escuela y necesitaba dinero para comprar algunas cosas. Y entraba a la clínica como si nada. No tenía que agenda una cita. No necesitaba una identificación, las asistentes me conocían. Y entraba, si la puerta estaba abierta no tocaba, sabía que el iba a estar en su consultorio.

Con Dios es aún mejor. No necesitamos agendar una cita tampoco, Él nos conoce por nombre mejor que nosotros mismos. Es más, se que la Biblia dice que al que toque se le abrirá…pero ni siquiera necesitamos tocar la puerta porque siempre está abierta.

Entre más vayamos a Él, más respuestas de la vida y de nosotros tendremos. Más como Él seremos.

Las circunstancias externas nos presionan: las luchas familiares, las presiones del trabajo, las preocupaciones económicas, las inquietudes del país. Los movimientos de la gracia, los dones de Dios que llevamos dentro, tratan de enraizarnos en una realidad más profunda.

John Donne decía “Todo lo que puedo hacer es orar a diario para que Dios me ablande el corazón”.

Al final, la transformación se produce no por un acto de nuestra voluntad, sino por un acto de la gracia. Todo lo que podemos hacer es pedirla, y seguirla pidiendo. Confiando en que la cercanía me dará una respuesta.

DR